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Natalia Konstantínova
Directora del Centro de Estudios de las civilizaciones y culturología,
Instituto de Latinoamérica

 

España-Rusia: los aspectos psicológicos del multiculturalismo

 

Aprovechando la primera parte del título de nuestro panel “España – Rusia: modelo deseable de diálogo…” voy a referirme al diálogo en el seno del multiculturalismo, un fenómeno común para nuestros países, que me parece muy actual y muy complejo al mismo tiempo. Este diálogo prácticamente no tiene fronteras. Sin lugar a dudas, estamos ante uno de los grandes debates de este nuevo siglo, probablemente ante el más acuciante.

 

Hay que decir que las definiciones del multiculturalismo son tan numerosas y tan contradictorias que, a menudo, en vez de ayudar, complican la comprensión de este fenómeno, lo que hace todavía más difícil la solución de diversos problemas inherentes a todas las sociedades multiculturales. Los ejemplos de España y Rusia confirman de modo fehaciente esta tesis.

Hace tiempo los miembros del famoso Círculo de Viena, fundadores de la Escuela del positivismo lógico, decían que casi todos los problemas de la humanidad procedían de la indeterminación de los conceptos y nociones. El multiculturalismo es un caso muy típico en este sentido. Como pruebas vamos a dar ejemplos.

 

Según la definición del Presidente del Foro de la Inmigración Mikel Azurmendi, catedrático de Antropología de la Universidad del País Vasco, “el multiculturalismo es una teoría que consiste en la defensa de convivencia de varias culturas, que pueden no ser democráticas, en  el seno de una misma sociedad democrática. En el caso de España conviven grupos que rechazan los principios democráticos y liberales, pongamos como ejemplo, grupos islamitas ortodoxos. Nada tiene que ver ni con el mestizaje ni con el pluralismo cultural o convivencia de culturas diferentes en un marco común. Lo que caracteriza al multiculturalismo es la negación de este marco común y la división de la sociedad en compartimientos estancos”.

 

Resumiendo, Azurmendi califica el multiculturalismo de “gangrena de la sociedad democrática”.

Es solamente una de las definiciones del multiculturalismo que me parece discutible. Hay muchas otras que, a mi juicio, son más adecuadas  a este fenómeno como, por ejemplo, la del sociólogo catalán Manuel Castells que define la diferencia entre multiculturalismo y multietnicidad. “La multietnicidad no es lo mismo que multiculturalismo. Este se refiere a la pervivencia de valores y formas propias de comportamiento de personas de otros países, que cambian con el nuevo contexto, pero que generan una mezcla de la cultura de origen y la de acogida.”

 

En ambos casos se trata del multiculturalismo con arreglo a la inmigración. A mi modo de ver, es muy justo hablar del multiculturalismo con relación a los países donde históricamente coexisten culturas diferentes, como en España y Rusia.

Sea como sea, lo más importante es entender que el multiculturalismo surgió como una de las respuestas a la pregunta de ¿qué va a ocurrir con las culturas nacionales (étnicas) en la época de la globalización? En otras palabras, la tarea principal del multiculturalismo consiste en buscar las vías y medios adecuados de conciliación de las culturas, para superar su confrontación en las sociedades multiétnicas.

 

Los sociólogos definen la cultura como un conjunto de valores, normas y reglas. Por consiguiente, la conciliación de las culturas significa, ante todo, conciliación de los valores. Hay que subrayar que los valores se basan en creencias y tienen un carácter irracional. Sus bases, por regla general, no se toman en cuenta, mientras que hace falta entender que el principio fundamental de la conciliación de las culturas debe ser “la inclusión” y no la “exclusión.” En otras palabras, se trata de la elaboración de las reglas de coexistencia de las culturas. El logro de este objetivo, como muestra la experiencia de España, Rusia y otros países multiculturales, no es nada fácil.

 

La tesis principal de mi ponencia consiste en la afirmación de que en el proceso de solución de los problemas surgidos como consecuencia de una realidad multicultural, ya sea la de España o la de Rusia, se subestima un factor muy importante, es decir, el aspecto psicológico del fenómeno de multiculturalismo. Yo creo que precisamente en los pensamientos y en los conflictos que ocurren en el seno de la mentalidad humana nacen los elementos clave de los sentimientos nacionales y etnoculturales. Por lo tanto, para entender la esencia del multiculturalismo y todos los problemas causados por este fenómeno múltiple, convendría aplicar ciertos conceptos psicológicos y psicoanalíticos. Entre ellos: la refracción mental de los acontecimientos exteriores, diferentes mecanismos psíquicos, varios tipos de proyecciones, identificaciones y substituciones, al igual que la influencia latente de diferentes símbolos, la formación de las imágenes del “yo” y del “otro.”

En otras palabras, me parece sumamente importante entrar en el área de la psicología de las relaciones interculturales, tratar de usar este enfoque para comprensión del fenómeno del multiculturalismo que presenta muchos aspectos: político, ideológico, social, espiritual, etc. La fundación de la Asociación Internacional de Psicología Política es otra confirmación del importante papel de las ciencias psicológicas en el mundo actual.

 

Últimamente muchos de los investigadores de problemas nacionales y culturales llegaron a la conclusión que el único indicador que se ha revelado como universal es la autoidentificación de cada individuo con referencia a su pertenencia a una o otra nación, o cultura. Al mismo tiempo se sabe que en el fundamento de toda autoidentificación está la absolutización de la eterna oposición entre “nosostros” y “ellos”, “los otros”, que casi siempre representan dos grupos en conflicto. La esencia de este conflicto consiste en el rechazo mutuo. La tendencia al rechazo o aplastamiento de lo extraño, de lo ajeno, sigue siendo la misma desde hace siglos.

 

Como enseña la ciencia psicológica, en el proceso de la autoidentificación, desde la infancia y durante toda la vida humana, coexisten elementos racionales y irracionales. Cada niño en el periodo inicial de su vida divide inconscientemente el mundo circundante en dos partes: una, amiga, que lo defiende a él, y otra, ajena, que supone una amenaza. La primera normalmente incluye a la madre y otras personas que cuidan del niño. La segunda, a todos los demás. Con el tiempo, los dos círculos se amplían. Se realiza una identificación a base de los intereses y objetivos comunes y un rechazo de todos los otros que muy a menudo son vistos como enemigos. En este sentido los factores nacionales y etnoculturales juegan un papel muy importante, generando una serie de problemas y conflictos que no pueden ser entendidos sin penetrar en la esfera psicológica.

 

Es bien sabido que el auto-respeto individual y la autoidentificación étnica se entrelazan. Así, el éxito del grupo étnico propio eleva la valorización propia del individuo, mientras que el ataque a este grupo lo traumatiza. La historia de nuestros países multiculturales está llena de ejemplos en este sentido. En las relaciones entre diferentes grupos étnicos juegan un papel especial varios rituales conocidos de la psicología y psicoanálisis. Entre ellos, el ritual de la rivalidad que tiene un espectro muy amplio: de las formas de juegos (por ejemplo, el deporte) que favorecen a la adaptación interétnica hasta muy peligrosas y contra-adaptivas. Otro ritual común en la psicología de las relaciones entre vecinos es la detención. En la historia de la humanidad hay muchos ejemplos que muestran como los vecinos con actos rituales, tratan de impedir que se molesten unos a otros. Puede servir de ejemplo reciente de tal ritual la declaración masiva de las soberanías por varias naciones, tanto pequeñas como grandes, de la ex-Unión Soviética, al igual que las tendencias parecidas en España postfranquista.

 

Otro ritual está ligado a la acentuación de las diferencias entre los vecinos. Un grupo étnico, queriendo mantener su identidad, como si proyecta a sus vecinos  diferentes características negativas que, en realidad, son propias de este mismo grupo. Como el vecino frecuentemente se hace enemigo, el grupo no quiere reconocer ninguna semejanza con este enemigo, subrayando las diferencias existentes en el color de piel, religión, folklore, etc. Según Freud, este fenómeno se llama el narcisismo de las pequeñas diferencias. En los períodos pacíficos las pequeñas diferencias en los vestidos son tan sólo un motivo de orgullo nacional, mientras que durante los conflictos estas diferencias adquieren el carácter de símbolos de importancia. Aquí yo quisiera dar un ejemplo de la realidad rusa relacionado con el Cáucaso. El hecho de ignorar las así llamadas pequeñas diferencias, que no son nada pequeñas para muchas naciones y grupos étnicos que viven en esta región, a veces  llevan a cosas absurdas, tales como la definición “personas de la nacionalidad caucasiana”, lo que muestra que  para mucha gente de otras regiones de Rusia estas naciones y grupos “son todos iguales”. No es difícil encontrar ejemplos parecidos en las relaciones etnoculturales en España, en primer lugar, cuando se trata de culturas basadas en sus propios idiomas: catalana, vasca y gallega. La subestimación de estos factores  es un grande obstáculo en el camino del diálogo constructivo hacia la comprensión mutua.

 

No se puede pasar por alto otro ritual psicológico importante que es la deshumanización del enemigo, un fenómeno muy peligroso porque a menudo se proclama la idea de que “ellos, los enemigos, no son seres humanos”, lo que justifica la exterminación física de todos que son considerados enemigos.

A este último ritual está muy próximo el mecanismo psicológico llamado “victimización”, cuando la eliminación de mayor número de enemigos se percibe no como una masacre, sino como un éxito.
Al analizar la situación multicultural actual, tanto en España, como en Rusia, no es difícil identificar estos mecanismos latentes que funcionan al nivel de la conciencia y subconciencia individuales y de grupo, prácticamente en todas las regiones de nuestro país y en todas las comunidades autónomas de España.

La enumeración de los rituales podría ser continuada, pero lo más importante es tener conciencia del papel fundamental de estos fenómenos en la vida de las sociedades multiculturales. El estudio serio de estos mecanismos es obligatorio no solo para entender los problemas, sino para buscar sus soluciones.


*   *   *

¿Qué conclusiones prácticas podemos hacer a partir del enfoque psicológico sobre el fenómeno del multiculturalismo?

Los políticos, líderes sociales, diplomáticos, en otras palabras, todos envueltos en el proceso de la solución de los problemas que surgen como consecuencia del multiculturalismo, deben entender que se trata de una área muy delicada. Normalmente, los conflictos se  acumulan durante siglos, y  en muchos casos cada parte tiene su razón, que merece ser respetada.

 

En cada situación hay que tratar de mostrar entendimiento y respeto a la posición de las partes en conflicto, estimulando de esta manera, en la medida de lo posible, la compasión mutua.

Tomando en cuenta que cada grupo cree necesario acentuar a toda costa sus diferencias, lo que está relacionado a la manutención del sentimiento de autoidentificación de este grupo, hace falta reconocer y aceptar estas diferencias que tienen grande valor simbólico. De otro modo, será imposible  alcanzar los compromisos necesarios para la solución de los problemas de las sociedades multiétnicas.

 

Como la historia de la hostilidad entre los grupos étnicos frecuentemente cuenta con siglos, a veces la salida consiste en dar estabilidad a su existencia separada.

La comprensión de la importancia de pequeñas diferencias ayudará  evitar errores graves en la elaboración de la política con arreglo al multiculturalismo en cada país concreto.

 

Hay que estimular el respeto a la historia de otros grupos étnicos, especialmente a las páginas tristes de esta historia, estimular la compasión a las pérdidas de los enemigos, verdaderos o imaginados. La concepción del perdón constituye un componente importante para la prevención o atenuamiento de los conflictos en el seno del multiculturalismo.

Cada sociedad multicultural necesita tener mecanismos de comunicación entre las culturas, y el mecanismo más deseable, sin lugar a dudas, es un diálogo constructivo a base de la tolerancia, identificación con los problemas de otros y la voluntad hacia comprensión recíproca.

 

No hay dudas que el uso de la psicología y psicoanálisis en la teoría y en la práctica del multiculturalismo constituye un recurso muy eficaz y  muy prometedor.

Finalmente, intentaremos responder a una pregunta que resulta inevitable: ¿Es bueno o malo el multiculturalismo? Vamos a responder a esta pregunta con dos citas. La primera, tomada de un artículo publicado en “El País”, y la segunda, de la

 

Declaración del Comité Español  para el Año Europeo contra el Racismo:

“La experiencia nos demuestra  que el complejo concepto de multiculturalismo significa cosas distintas para personas distintas. Si por multiculturalismo entendemos que bajo una misma frontera convivan culturas distintas gobernadas por leyes propias y diferentes, no cabe duda que estaríamos ante un fenómeno negativo y disgregador, que ocasionaría graves desequilibrios en el futuro. Es mejor el principio del Estado de Derecho: un país, una ley. Si por multiculturalismo se entiende que cada persona pueda expresar su cultura, dentro del imperio de la ley del país receptor, estaríamos ante un hermoso ejercicio de libertad.”

“La riqueza en España, Europa (habría que añadir de Iberoamérica), desde hace siglos, se nutre fundamentalmente de la diversidad de sus tradiciones, culturas, étnias, lenguas y religiones, y de la certeza de que los principios de tolerancia y convivencia democrática son la mayor garantía de la existencia de la propia sociedad española y europea, abierta y pluricultural: diversa. España por su tradición histórica de convivencia entre pueblos y culturas, por su pertenencia al Mediterráneo así como sus lazos con Iberoamérica, puede facilitar el establecimiento de modelos de relación multiétnicos y multiculturales. La realización de una sociedad democrática, social, plural e avanzada se fundamenta sobre el respeto de la dignidad igual de todos los seres humanos”.

 

Para terminar yo quisiera expresar mi opinión personal, y es que en el mundo contemporáneo España y Rusia, entre otras tareas, tienen una misión común: responder de la mejor  manera posible a los desafíos del multiculturalismo, para poder  servir de ejemplo a otras sociedades multiculturales en el futuro.

 

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