Petr Yakovlev, Ph.D (Historia)
LA SEGURIDAD ENERGETICA GLOBAL Y LA POLITICA EXTERIOR DEL PRESIDENTE V. PUTIN
Introducción
En los últimos años estamos en presencia de una modificación tectónica del balance de fuerzas energético. ¿De qué se trata?
Debido básicamente a la rápida subida de precios de los hidrocarburos, los centros de acumulación de capital se han trasladado de los países importadores de portadores de energía (petróleo y gas) a los países exportadores. Durante 2003-2005 los Estados que suministran materias primas energéticas al mercado internacional acumularon enormes recursos financieros. Así, por ejemplo, las reservas monetarias rusas que en enero de 2000 (en el momento de la subida al poder de Vladímir Putin) equivalían a US$ 12 mil millones, actualmente exceden los US$ 200 mil millones y según diversas estimaciones podrían alcanzar US$ 300 mil millones en 2008.
Esa tendencia cambia a fondo la marcha de asuntos. Si en los años noventa Rusia era algo así como "una persona enferma" que no disponía de los recursos necesarios para resolver problemas esenciales propios, ahora una de las preocupaciones más importantes del Kremlin es cómo disponer de los haberes financieros en rápido crecimiento. Actualmente a pocas personas les pasa por la cabeza hablar de la debilidad de Rusia, como ocurría recientemente. "Rusia existe y es muy fuerte", escribe el periódico La Vanguardia, y esto es pura verdad (1).
La base de la nueva fuerza de Rusia no son los misiles nucleares, sino las mayores reservas mundiales de recursos energéticos, lo que convierte a nuestro país en un actor muy importante de la economía global y, por consiguiente, también de la diplomacia internacional. Los empresarios y políticos extranjeros nada más oír las palabras "petróleo" o "gas" reaccionan como el perro de Pávlov mostrando elevado interés. De aquí surgen nuevas oportunidades para Moscú: apoyándose en las enormes reservas de hidrocarburos y otros materiales primarios, desempeñar el papel de protagonista en las relaciones internacionales. Se puede decir con alto grado de certeza que Rusia volvió a la política mundial por los conductos de gas.
Esta circunstancia influyó seriamente en la agenda diplomática del Kremlin, que está estructurando una nueva doctrina de la seguridad energética internacional.
El nuevo rol de Moscú en las relaciones internacionales
Hace 15 años Rusia, al romper con el pasado comunista, conquistó la libertad y adquirió capacidad para tener una amplia concepción de muchas cosas y fenómenos, inclusive en los asuntos internacionales. Este hecho sirvió como punto de partida en el complejo proceso de articulación de una nueva política exterior del Estado nuevo, Federación de Rusia. "Una vez terminada la guerra fría —escribió hace poco el canciller Serguey Lavrov— perdieron su atractivo el dogmatismo y el enfoque ideologizado de los problemas de la vida internacional" (2).
Venciendo paulatinamente la inercia del pasado, se configuraron los principios básicos de la actual política exterior del Kremlin: pragmatismo, orientaciones múltiples, promoción de los intereses nacionales, renuncia a la confrontación. Han cambiado también las prioridades de esta política. La lucha en todos los azimuts contra el principal enemigo potencial — EEUU — fue sustituida por otras tareas, a saber: asegurar el avance progresivo y dinámico de la economía rusa, eliminar la brecha todavía muy grande que existe entre Rusia y los países occidentales.
Los hechos muestran que el Kremlin atribuye un papel muy importante a la diplomacia rusa en cuanto a la promoción y defensa en escala global de los intereses nacionales, incluyendo los intereses económicos y comerciales. En una apreciación de conjunto, cabe decir que el gobierno de V. Putin ha logrado restablecer la integridad y capacidad de trabajo de la política exterior de Moscú, quebrantada a mediados de los años noventa.
Está claro que la diplomacia rusa no es ideal ni está exenta de errores, pero ahora es interiormente íntegra y se basa en las posibilidades reales del país, renunciando a los viejos mitos y complejos caducos. Ha quedado atrás el período de incertidumbre y caos. Se puede constatar que la política exterior de Moscú deja de ser post-soviética y resulta cada vez más propiamente rusa, es decir defiende los intereses nacionales del país en conjunto, así como los de sus representantes jurídicos y físicos, incluidos los empresarios y otras personas del mundo de los negocios.
Tiene lugar una especie de "economización " de las relaciones internacionales de Moscú que está siendo posible debido, por un lado, al fortalecimiento de la gobernabilidad interna del país y, por otro, al debilitamiento de las amenazas políticas externas, a la normalización y el desarrollo de las relaciones con los Estados vecinos, en primer lugar con los más grandes e influyentes (China, Japón, Turquía, países euroorientales).
Sus Majestades el Gas y el Petróleo: exportar o morir
En el siglo XIX, cuando Rusia atravesaba un período complejo de su historia, uno de los zares dijo que el país tenía solamente dos aliados: su ejército y su marina de guerra. Parafraseando esas palabras, se puede decir que hoy día Rusia en su estrategia de modernización cuenta también con dos aliados: el petróleo y el gas, que constituyen el fundamento del potencial energético del Estado ruso y le proporcionan la parte leonina de los ingresos en divisas (alrededor de 75%).
"Rusia debe ser país líder en la energética mundial. Nuestro país, su complejo de combustibles y energía y la ciencia nacional están prestos para asumir el reto ", así definió hace poco el presidente Putin el objetivo estratégico nacional de la Federación de Rusia (3).
¿Cuán realista es esta tarea? Veamos algunas cifras puntuales. Por sus reservas de petróleo Rusia ocupa el tercer lugar en el mundo, correspondiéndole un 10% de las reservas mundiales o el 27% de las reservas exploradas de "oro negro" fuera del marco de la OPEP. Por los volúmenes de extracción de petróleo Rusia marcha a ras del líder mundial —Arabia Saudita— y por los volúmenes de exportación mantiene firmemente el segundo lugar (con 242 millones de toneladas en 2005). Cabe subrayar que los yacimientos petroleros rusos en los últimos cinco años han tenido una significación decisiva para el crecimiento de la oferta global, asegurando casi el 40% del aumento conjunto de la producción mundial (4).
En la esfera del gas Rusia es el líder absoluto, su cuota corresponde prácticamente al tercio de las reservas globales de "combustible azul", a la cuarta parte de la producción mundial y al 30% de las exportaciones internacionales, lo que en 2005 supuso casi 153 mil millones metros cúbicos (5).
Pero hay más. Las posiciones rusas son tradicionalmente muy fuertes en el campo de la energía nuclear. Rusia es uno de los pocos países que dispone en esta esfera del ciclo tecnológico completo. De ahí que en el plano de consolidación de la seguridad energética se inscriba el apoyo del gobierno ruso a las ideas de diversificar las fuentes de energía, incluyendo el uso creciente de la energía del átomo. Esto se refiere, en particular, a la iniciativa del jefe de la Agencia Federal de la Energía Atómica, Serguey Kirienko, de construir 40 nuevos bloques generadores y elevar la cuota de producción de energía eléctrica en las centrales nucleares del 16% de hoy al 25% (6).
La materialización de la reciente propuesta de V. Putin de reducir perceptiblemente la dependencia de la economía mundial respecto a las existencias de combustible orgánico creando un sistema eficiente de centros internacionales para la prestación de servicios del ciclo completo de combustible nuclear, podría tener una significación muy positiva y de largo alcance en lo económico y en lo político.
No obstante, lo esencial para el futuro de la Federación de Rusia en la perspectiva previsible seguirá siendo la exportación de petróleo y de gas. La cuestión se plantea en términos severos: o el país logra aumentar de modo sostenido los suministros de hidrocarburos al extranjero, o sus planes en la esfera económica y sociopolítica corren grave peligro de verse completamente frustrados. El gobierno de V. Putin pura y simplemente no estaría en condiciones de financiar los ambiciosos programas sociales y proyectos nacionales de notable envergadura, que son absolutamente indispensables para la supervivencia de la sociedad rusa y el mantenimiento de la integridad del Estado.
Principales coordenadas de la seguridad energética
Actualmente el sector energético es la locomotora del desarrollo económico global. La situación en esta esfera clave de la economía mundial influye directamente en el bienestar de todos los habitantes del planeta. El suministro equilibrado y sostenido de energía constituye uno de los factores principales de seguridad y estabilidad internacional. Hoy día es sumamente importante elaborar principios universales para establecer una base energética sólida, eficaz y a largo plazo para nuestra civilización. Todos nosotros tenemos el compromiso compartido de dejar en herencia a las generaciones venideras una estructura del sector energético global que les garantice el aprovisionamiento estable de energía.
¿Que significa eso en términos geoeconómicos y geopolíticos? Antes que nada hace falta asegurar a la economía globalizada e interdependiente el abastecimiento suficiente de combustibles tradicionales, en condiciones aceptables tanto para los países proveedores como para los consumidores. Otro importante desafío lo constituye la diversificación y la garantía de seguridad de los suministros de energía, inclusive contra eventuales atentados terroristas, así como la promoción de la energía nuclear, el ahorro de energía, el desarrollo de tecnologías avanzadas en este campo y el uso de fuentes ambientalmente sanas de recursos energéticos.
Vale destacar, por ejemplo, la amenaza terrorista. Según diversas fuentes de información, Al Qaeda y Osama ben Laden en persona amenazan con atacar infraestructuras clave de la economía global, inclusive centrales e instalaciones energéticas (7). Para responder adecuadamente a este reto es imprescindible aunar y coordinar los esfuerzos de muchos países en escala global.
En el año corriente Rusia desempeña la presidencia del G-8, lo cual significa tanto el reconocimiento del creciente prestigio del país en el ámbito internacional como una gran responsabilidad. El tema clave a discutir en la cumbre de San Petersburgo convocada para el mes de julio fue la elaboración de una estrategia universal de seguridad energética orientada a abastecer a la economía mundial y la población del planeta de todos los tipos de energía con daños mínimos para el medio ambiente.
Establecer sólidas garantías de seguridad energética para los consumidores, tal es la piedra angular de la actividad económica y política exterior rusa de hoy. La inestabilidad en el Oriente Próximo, los problemas en África y América Latina (en particular, la agudización de las relaciones de EEUU con Venezuela) y el constante crecimiento de la demanda mundial de hidrocarburos convierten a Rusia en el garante principal de estabilidad de los suministros de materiales energéticos a los mercados internacionales.
Vale reconocer verdades como puños: al poner el tema de la seguridad energética en primer plano, Moscú trata de jugar una de las pocas cartas de triunfo políticas y económicas de que dispone el país tras la desintegración de la Unión Soviética. Pero lo más importante es otra cosa. Rusia de ningún modo trata de "pescar en río revuelto", pues la agenda sugerida por el Kremlin "no se la ha sacado de su caletre" sino que responde a necesidades acuciantes de todos los Estados del globo interesados en la estabilidad y eficacia de la cooperación internacional.
¿En qué consiste la novedad en este planteamiento del problema de la seguridad energética? ¿En qué se distingue del concepto vigente, que se conformó durante la crisis petrolera de 1973?
Vamos a señalar lo principal. El actual modelo de la seguridad energética hace hincapié en prevenir cualquier corte de los suministros de petróleo por parte de los países productores y se basa en los siguientes principios de conducta de los Estados importadores:
- diversificación de las fuentes de materias primas;
- creación de reservas estratégicas de portadores de energía;
- reconocimiento de la integración real y de la existencia de un mercado global del petróleo;
- análisis de la información y monitoreo de los mercados de materias primas.
Rusia considera que la noción de seguridad energética hoy día debe ser ampliada, tomando en consideración las nuevas realidades político-económicas mundiales y las nuevas amenazas, así como los intereses legítimos de los países exportadores de materias primas.
Efectivamente, en las condiciones modernas hay que esforzarse por profundizar la interdependencia energética global, establecer la cooperación permanente de los productores y consumidores de energía, proteger eficazmente toda la infraestructura y cadena de abastecimiento de energía.
El propio V. Putin, en un artículo publicado en The Wall Street Journal, señaló también la necesidad de ampliar el acceso a la energía para la población de los países económicamente atrasados (con unos 2.000 millones de habitantes). "No tiene sentido decir —recalcó el Presidente— que la energética por sí sola no acabará con el problema de la pobreza. Entre tanto, la falta de recursos energéticos en diferentes regiones impide el crecimiento económico, mientras que su consumo irracional puede provocar catástrofes ecológicas de escala global o local". Por este motivo el líder ruso criticó el "egoísmo energético" de los países industrializados, subrayando que la redistribución de energía en interés del reducido grupo de las naciones más ricas no corresponde a las tareas y objetivos del desarrollo global y es una "vía que no conduce a ninguna parte" (8).
Para promover la cooperación internacional Rusia manifestó su disposición a ratificar el llamado Tratado sobre la Carta de la Energía (9), hoy por hoy el único documento en que se consignan enfoques comunes respecto a cómo garantizar la seguridad energética y que ha sido suscrito por todos los miembros del "G-8".
Gazprom y la OPEP del gas
La compañía rusa Gazprom produce el 85% del gas natural nacional y realiza el 100% de nuestras exportaciones de este producto; además, controla el sistema de tuberías integrado y el acceso de otras empresas al mismo, frenando de esa manera la competencia en el sector de gas natural.
Apoyándose en el poder político, Gazprom desempeña el papel de un "rompehielos" sui géneris, que abre nuevos caminos para el negocio ruso en la masa de témpanos poco practicable de la economía mundial. En virtud de una reciente disposición del Parlamento ruso Gazprom (cuyo paquete de control sigue en manos del Estado) obtuvo el derecho de vender sus acciones a inversores extranjeros, lo que indudablemente permitirá al consorcio aumentar su capital en el extranjero y entablar relaciones de socios con los principales actores del sector energético global.
¿Con qué problemas puede encararse el complejo de combustibles y energía de Rusia —y, en particular, Gazprom— en el futuro inmediato?
Lo primero y esencial en este sentido es que en el propio mercado ruso aumentan constantemente las demandas de gas, petróleo y electricidad. En los últimos tiempos el crecimiento relativamente rápido de la economía nacional (a un rimo anual que oscila entre 5% y 7%) genera mayor demanda de recursos energéticos, lo cual, a su vez, impone limitaciones al aumento de ventas al exterior. Para que estas puedan acrecentarse de modo estable es necesario elevar la producción, lo cual requiere nuevas inversiones colosales y la aplicación de innovaciones y tecnologías de punta. Según cálculos de la Agencia Internacional de la Energía para cumplir los planes de extracción y exportación, las inversiones en el sector ruso del gas deben alcanzar como mínimo US$ 11.000 millones al año (10). Con esto hay que tomar en cuenta el crecimiento dramático de los gastos de explotación de la Gazprom. Si a fines de los años noventa, esos costos eran de US$ 2-3 por 1000 metros cúbicos, ahora se sitúan al nivel de US$ 6 y en el futuro yacimiento de Yamal, según las estimaciones, ascenderán hasta US$ 20 (11).
Hay que tener en cuenta otra circunstancia importante. A diferencia de lo que ocurre en el caso del petróleo, hasta ahora no existe un mercado internacional de gas natural. Por las características peculiares del sistema de transporte (que consta, en lo fundamental, de gasoductos), los proveedores y consumidores están vinculados de manera muy rígida. Por eso los precios del gas natural se establecen mediante contratos bilaterales. No obstante, esta situación puede cambiar sustancialmente por el aumento radical de la producción de gas natural licuado (GNL), que varios analistas caracterizan como "el combustible del futuro" (12). En los últimos 15 años su producción ha venido creciendo a un ritmo medio de 6,6% al año (mientras el de la extracción de gas natural ha sido de 2,2%), por lo que la cuota de GNL en el volumen total de las exportaciones mundiales de gas superó el 25% (13). Una de las ventajas principales del GNL es que su transporte no está forzosamente vinculado al tránsito por el territorio de terceros países, lo cual puede comportar ciertos riesgos económicos y políticos como bien lo demuestran las recientes contradicciones ruso-ucranianas.
Al mismo tiempo, la divulgación amplia del GNL puede llevar a que se conforme un mercado internacional de gas natural y acelerar la liberalización del correspondiente sector, en particular en la Unión Europea. Es previsible que el progreso de esas tendencias se traduzca en la formación de un cartel del gas de los países exportadores, por el estilo de la OPEP. Pero a diferencia del cartel petrolero, la "OPEP del gas" no puede surgir sin participación rusa, cuyo papel en una organización de países exportadores de gas podría llegar a ser aún más importante que el de Arabia Saudita en la OPEP convencional.
El desenvolvimiento de la producción del gas licuado abre nuevas oportunidades para Gazprom, que se convierte a ojos vista en una enorme corporación de entidad global. Así, en septiembre de 2005, en EEUU. se descargó el primer barco con GNL ruso. Durante el año en curso se espera el arribo de otros cinco buques cisterna, lo que permitirá a Gazprom figurar entre los principales suministradores de GNL al mercado norteamericano. Según estimaciones, para el año 2020 Rusia podría satisfacer un 25% de las necesidades de la economía estadounidense en importaciones de gas natural (14).
En la perspectiva a largo plazo, la cooperación ruso-norteamericana puede favorecer la captación de enormes inversiones en el sector energético, contribuir a desarrollar nuevas tecnologías, know-how y está llamada a jugar el papel clave para garantizar la estabilidad de los mercados energéticos mundiales.
Rusia y la Unión Europea: interdependencia y cooperación
Últimamente los suministros del gas ruso a Europa son tema de acaloradas discusiones en los círculos económicos, políticos y públicos de Rusia, Europa Oriental y Occidental. Siendo el principal proveedor de gas natural para Europa, Rusia ejerce cierta influencia en el mercado europeo de este combustible, lo cual a menudo se convierte en objeto de especulaciones de marcado tinte político y propagandístico. ¿Qué sucede en realidad?
Desde los años setenta, la base de las relaciones comerciales de Gazprom y las compañías europeas la componían contratos a largo plazo acordes con el principio de "take-or-pay" (toma o paga). Esto significa que el cliente se compromete a pagar cierta cantidad mínima de gas, aun si en realidad utiliza menor volumen de materias primas. En relación con estos contratos y problemas anexos la Federación de Rusia y la Unión Europea iniciaron un diálogo orientado a construir un espacio energético común europeo, pero la armonización de las políticas de Europa y Rusia avanzaba lentamente.
En otoño de 2001, el presidente V. Putin, al intervenir ante el Bundestag alemán, manifestó que Rusia estaba dispuesta a asumir responsabilidad por el abastecimiento energético de Europa. Concretamente, la idea consistía en organizar la estrecha cooperación de la región siberiana, rica en recursos naturales, con los países avanzados de la UE. Era este un llamamiento a crear una asociación ruso-europea de carácter específico, por el estilo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, que sentó los cimientos del Mercado Común. En esa ocasión el Kremlin no recibió una respuesta clara a su oferta.
Pasaron casi cinco años, la Unión Europea se amplió, se dividió en agrupaciones por interés, sufrió varios ataques terroristas sangrientos y se rezagó sensiblemente de los líderes mundiales en los índices de crecimiento económico. Se hizo patente la creciente dependencia de mayoría de los países europeos respecto a las fuentes exteriores de materiales energéticos. Así, según datos de Claude Mandil, Director Ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía, en el período de 2006-2030 la dependencia de los 25 miembros de la UE con respecto a las importaciones de gas crecerá del 50 al 80% (15). Con la peculiaridad de que ya ahora al gas proveniente de Rusia o transitado por su territorio le corresponde el 70% del total de importaciones europeas. Vemos, pues, que el gas es el fundamento de las relaciones económicas ruso-europeas.
Como subrayó el Rey Juan Carlos I de España durante la visita de V. Putin a este país en febrero de 2006, los vastos recursos naturales de Rusia "la han transformado en socio energético indispensable para Europa y para sus vecinos. Esa extraordinaria riqueza energética supone también una gran responsabilidad. De su gestión depende en buena medida la estabilidad política y económica de la región y de parte del continente europeo" (16).
A fines de marzo de 2006, los jefes de Estado y de Gobierno de los veinticinco miembros de la UE formalizaron la creación de la Política Europea de la Energía con la aprobación de un paquete de acuerdos que afianzan la liberalización del sector energético y sitúan la energía como una prioridad de la política exterior comunitaria. Una de las decisiones más relevantes fue la de encomendar a la Comisión Europea y al Alto Representante Javier Solana la elaboración de un informe que tratara, de manera especial, de las relaciones con Rusia, el principal proveedor europeo de energía. Es más, según la prensa española el objetivo inmediato de la UE es alcanzar un compromiso con Moscú (17).
De ser así, en las relaciones ruso-europeas pronto puede iniciarse una nueva etapa de la cooperación en el área energética.
Tomemos como ejemplo las relaciones ruso-españolas. Durante la visita de V. Putin a España en febrero de 2006 el Presidente ruso ha animado a mejorar "mucho más" los lazos comerciales entre los dos países, sobre todo en el sector de la energía, en el que existen "grandes oportunidades". Asimismo, el dirigente ruso ha pedido al Gobierno español que contribuya a través de la UE al debate del G-8 sobre seguridad energética, no sólo en Europa, sino también en el continente americano. Además, V. Putin amplió la agenda de su visita a España para contactar con un grupo de empresarios españoles, entre ellos los directivos de Repsol. Esta importante compañía, según la prensa madrileña, decidió abrir una oficina en Moscú para impulsar su creciente presencia en Rusia, donde estudian crear una sociedad conjunta con empresas rusas con miras a realizar un proyecto de gas natural licuado (18).
“La marcha oriental” del Kremlin
Según varios pronósticos, el consumo mundial de energía podría crecer en un tercio en los 15 próximos años. La demanda internacional de petróleo, conforme a esos mismos pronósticos, crecerá para el año 2025 en el 40%; y la de gas, en el 60%. Por otra parte, el incremento de la demanda de recursos energéticos será más rápido en los países de Asia, donde el consumo de petróleo aumentará anualmente en el 3-4%, y el de gas, en el 4-6% (19). Esta tendencia convertirá a los principales países asiáticos en consumidores muy importantes de materias primas energéticas. Por eso Moscú considera como estratégica la vertiente oriental de su política económica y está trabajando activamente en los programas de aprovechamiento de los recursos petroleros y de gas de Siberia Oriental y Oriente Extremo, lo que significa el nacimiento de una nueva provincia de petróleo y de gas en el este ruso, en las inmediaciones geográficas de los mercados asiáticos.
Al crear una nueva estructura productiva en las regiones orientales del país, Rusia garantiza simultáneamente a sus compañías el acceso a los mercados de combustibles y energía de los países asiáticos y estimula el desarrollo regional de Siberia y Oriente Extremo. Es imposible separar esos dos aspectos, como tampoco es posible separar la política energética de la política exterior en general.
Vale la pena subrayar que tanto en Siberia como en Extremo Oriente no se trata solamente de extraer materias primas, sino de implantar nuevas tecnologías avanzadas y promover la formación de ramas modernas de industria manufacturera. En particular, en el marco del proyecto Sajalín 2 se construye una fábrica de gas licuado, lo que supone la apertura de nuevos horizontes para nuestro sector de petróleo y de gas. Las posiciones de Rusia en el mercado de GNL son todavía débiles y la puesta en marcha de esa fábrica permitirá dar rápidos e importantes pasos adelante en esta área.
Otro proyecto de gran envergadura es la construcción del sistema de oleoductos Siberia Oriental – Océano Pacífico, cuya primera fase se prevé concluir a finales de 2008. Como resultado, los suministros de recursos energéticos de Rusia a los mercados asiáticos crecerán sustancialmente: para 2020 la cuota de esos Estados en las exportaciones rusas de crudos se elevará del 3% actual al 30%, y en las de gas natural, del 5 al 25% (20).
No cabe duda que la realización exitosa de estos y otros grandes proyectos en el campo energético, que requieren inversiones tan importantes y decisiones técnicas tan innovadoras, sólo está al alcance de las compañías mundiales de primera línea con el concurso activo de los Estados. Rusia, aun con sus nuevas y radicalmente acrecentadas capacidades financieras, no puede llevar a cabo a solas esos megaproyectos energéticos y está interesada en el amplio desarrollo de la cooperación internacional.
Al mismo tiempo, la intensificación de diferentes formas de interacción de Rusia con los países asiáticos —en primer lugar, con China— en la esfera energética sienta las bases para activar contactos en otras vías y diseñar proyectos conjuntos en muy diversos campos. Prueba de ello es la visita que V. Putin efectuó a China en marzo de 2006, en el marco de la cual fueron firmados 22 convenios cuya realización elevará sustancialmente el nivel de las relaciones bilaterales.
Conclusiones
Se está determinando el nuevo lugar de Rusia en el sistema económico y político global. Resulta cada vez más claro que el uso de la palanca de las materias primas contribuirá al logro de diferentes objetivos estratégicos y que los recursos energéticos son un instrumento eficaz de influencia en la arena internacional. Rusia tiene clara conciencia de que por esta razón el país es capaz de recuperar el estatus de gran potencia.
Basándose en este nuevo poderío el Presidente V. Putin persigue dos metas fundamentales entrelazadas: convertir al país en una superpotencia energética e integrarlo en forma más adecuada y profunda en la economía mundial.
La nueva correlación de fuerzas en el campo energético, el movimiento por la seguridad energética internacional abren una vía sumamente importante de cooperación económica y política global que puede servir como base del futuro orden mundial, un orden mundial que corresponda en el máximo grado posible a los intereses de la mayoría de los países del Globo, ya sean exportadores o importadores de insumos y de energía.
Muchos analistas de renombre internacional coinciden en que por su importancia para los intereses nacionales la seguridad energética es, después de la defensa nacional, el segundo componente de la política estatal de cualquier país del mundo. Por tanto, los problemas de la seguridad energética global van a ocupar uno de los lugares principales en el contexto de la política exterior durante las próximas décadas (21).
Los cambios del escenario económico global pueden en cualquier momento obligar a las compañías energéticas rusas a corregir su estrategia comercial exterior. Es inaceptable y contraproducente que estas correcciones de su estrategia sean objeto de especulaciones políticas infundadas y críticas indiscriminadas.
De todo lo arriba dicho se infiere la tarea actual de la diplomacia rusa: librar las actividades de las compañías de combustible y energía nacionales de la politización y de presiones excesivas, así como defender consecuentemente el derecho de las corporaciones energéticas rusas a determinar autónomamente cómo suscribir y ejecutar los contratos de exportación. En este sentido, conviene guiarse únicamente por la legislación, la coyuntura de mercado y los principios a concertar de la nueva seguridad energética.
Por último señalemos que el nuevo concepto de la seguridad energética internacional, por el que opta Rusia, ha de pasar en el futuro inmediato una prueba muy severa de conveniencia práctica y viabilidad estratégica. De los resultados de esta prueba van a depender en mucho el derrotero de la política exterior de Moscú y, en general, la situación internacional.
Notas:
1. La Vanguardia, 4.I.2006.
2. Ñ. Ëàâðîâ. Ðîññèÿ â ãëîáàëüíîé ïîëèòèêå. – www.mn.ru.
3. Ïîñòàâùèê ýíåðãîáåçîïàñíîñòè. Ýêñïåðò, Ì., ¹ 49, 26.XII.2005.
4. Â. Çâÿãèí. Ïàñûíêè ýíåðãåòè÷åñêîé áåçîïàñíîñòè. http://www.politjournal.ru.
5. Energy and Security: Toward a New Foreign Policy Strategy/ Jan H. Kalicki and David L. Goldwyn (eds.). Washington – Baltimore, 2005. Ä. Ýðäæèí. Íîâûå ïðàâèëà èãðû. Âåäîìîñòè, 20.II.2006.
6. Â. Çâÿãèí. Op. cit.
7. Ä. Ýðäæèí. Ãàðàíòèðîâàòü ýíåðãåòè÷åñêóþ áåçîïàñíîñòü. http://www.globalaffairs.ru
8. V. Putin. Energy Egoism is a Road to Nowhere. The Wall Street Journal, 28.II.2006.
9. Carta de la Energía. http://www.eu.int/scadplus/leg/es/
10. The Financial Times, 22.III.2006.
11. Â. Çâÿãèí. Op.cit.
12. Energy and Security: Toward a New Foreign Policy Strategy/ Jan H. Kalicki and David L. Goldwyn (eds.). Washington – Baltimore, 2005.
13. Âåäîìîñòè, 28.II.2006.
14. The Wall Street Journal, 13.II.2006.
15. The Financial Times, 22.III.2006.
16. El País, 9.II.2006.
17. El País, 25.III.2006.
18. El Mundo, 9.II.2006.
19. Âåäîìîñòè, 6.II.2006.
20. Ibid.
21. Energy and Security: Toward a New Foreign Policy Strategy/ Jan H. Kalicki and David L. Goldwyn (eds.). Washington – Baltimore, 2005.