Petr Yákovlev
Ph.D. (Historia),
Director del Centro de estudios ibéricos del ILA
RUSIA – LA UNION EUROPEA: UNA ETAPA DIFICIL
La Unión Europea, desde hace tiempo ocupa un lugar destacado en la política exterior de la dirección estatal rusa. El nivel de las relaciones ruso-europeas tradicionalmente es bastante alto y esos vínculos abarcan todas las actividades: económicas y comerciales, políticas y diplomáticas, científicas y culturales, humanitarias. Sin embargo, actualmente la cooperación Rusia-Unión Europea pasa por un período complicado, lleno de problemas y dificultades de diferente índole. “Desde el momento de la desaparición de la Unión Soviética hace 15 años las relaciones entre Rusia y la Unión Europea nunca fueron peores”, - constató François Heisbourg, Presidente del Consejo del Centro para la política de seguridad en Ginebra (1).
Un ejemplo – la reacción negativa en Occidente sobre la intervención del Presidente Vladímir Putin en Munich en la 43 Conferencia sobre Política de Seguridad en febrero de 2007 (2). Según la versión oficial rusa, el líder del Kremlin, en esencia, no dijo nada de nuevo, nada de lo que no hubiera dicho antes. La idea central es cambiar el carácter de la cooperación entre Rusia y UE (y más amplio – entre Rusia y el Occidente). Kremlin quiere poner un enfoque multilateral en lugar de la estrategia absolutamente unilateral. Explicando el punto de vista de Moscú, el Ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov decía: “Si queremos combatir juntos las amenazas y desafíos comunes, es necesario entender como acciones comunes no los llamamientos a los demás a que se asocien a la estrategia que se elabora unilateralmente. Es necesario entender como acciones comunes el trabajo colectivo desde el principio: el análisis conjunto de la situación y la elaboración conjunta de las medidas imprescindibles para superar tal o cual crisis” (3).
En otras palabras, la administración de V. Putin considera que puede ser eficaz únicamente un enfoque acordado por todos los “jugadores” involucrados en el arreglo de una situación puntual. De esta manera, el Kremlin busca fortalecer su participación en la política mundial y europea y elevar sustancialmente su peso internacional. Huelga decir que a muchos políticos y analistas en el Occidente la idea no cae muy bien(4). Por eso estoy de acuerdo con el politólogo ruso Serguéi Karagánov de que “en Munich Vladímir Putin expresó la amarga verdad del presente y el pasado reciente”(5).
La nueva política exterior del Kremlin
Según la visión oficial de Moscú, en los últimos años la situación internacional de Rusia se ha consolidado bastante. El auge en los precios de petróleo y las materias primas han situado a la Federación de Rusia en el primer plano del panorama mundial. El país ahora está más fuerte, más seguro de si mismo, gracias a la coyuntura económica internacional y a la estabilización económica y política interna se ha convertido en un componente importante de los cambios actuales que están produciéndose en el mundo. Para ilustrar alegaré la opinión del profesor español Augusto Zamora. “Rusia, con sus 17 millones de kilómetros cuadrados y su enorme potencial material, científico y humano es una realidad insoslayable. Puesto que está allí y allí seguirá, cada vez más fuerte y recuperada del atroz gobierno de Yeltsin, lo más inteligente será tenerla de aliada. Así lo han entendido Francia y Alemania. Falta que lo entiendan los demás países. Buena parte del futuro europeo depende de su relación con el país más extenso del mundo” (6).
Como resultado de ello van restableciéndose paulatinamente el equilibrio y el medio competitivo que fueron perdidos al finalizar la “Guerra Fría”. El gobierno de V. Putin está convencido que la independencia, hallada de nuevo, de la política exterior de Rusia es el logro fundamental de su gestión. Por eso ha madurado la necesidad de concebir la nueva situación, incluso al nivel doctrinal.
Al juzgar por numerosas declaraciones de los líderes rusos, las relaciones con los países de la Unión Europea son la prioridad fundamental de la política exterior de la Federación de Rusia. Al mismo tiempo se reconoce que el trabajo de la diplomacia rusa en la vertiente europea requiere enfoques renovados orientados a la formación de la nueva calidad de las relaciones ruso-europeas. Ello está relacionado tanto con la consolidación de las posiciones internacionales de Rusia como con que la Unión Europea y otras asociaciones continentales y euroatlánticas – el Consejo Europeo, la Organización de seguridad y cooperación en Europa, Organización del Tratado de Atlántico Norte – viven un período de transformación ligado con la búsqueda de sus nichos en las circunstancias internacionales cambiadas.
Es obvio que la Unión Europea es nuestro socio principal en Europa. Esta relacionado con ella el grueso de los intereses rusos (tanto económicos como políticos) en el derrotero europeo. A pesar de la desaceleración del ritmo de la integración europea, la UE sigue siendo un factor geopolítico y geoeconómico potente que debe considerarse al estructurar la política de Moscú en la vertiente europea y en los asuntos internacionales en general.
El encaje de Rusia en el contexto europeo ha sido un tema histórico de debate ya desde la época zarista, que a veces todavía sigue despertando recelo y preocupación en las capitales europeas. En la actualidad a la tradición histórica se ha añadido la creciente dependencia europea de la energía rusa y, sobre todo, la ofensiva de los grandes grupos empresariales rusos en el exterior (7). El Kremlin quiere aprovechar esta nueva situación para subir el tono de sus reivindicaciones y no admitir lecciones de moralina europea sobre derechos y libertades. “Para defender sus pretensiones, escribe el analista español Bernardo de Miguel, Moscú no sólo dispone del gas que cubre un 25% de las necesidades energéticas europeas. Rusia atesora también la mayoría de las piezas necesarias para recomponer el escenario mundial posterior a la guerra fría. De Putin depende, en gran medida, la reordenación de los Balcanes y, sobre todo, el reconocimiento internacional de una posible independencia de Kosovo” (8).
Según la opinión europea, Rusia busca crear condiciones para la expansión de sus corporaciones y reclama respeto a su zona de influencia. Y el Kremlin empieza a mover sus figuritas en ambos terrenos. El fabricante de aluminio Rusal quiere crear la mayor empresa del mundo de ese sector al fusionarse con la suiza Glencore. La siderúrgica Severstal está modernizando su estructura corporativa para no levantar suspicacias fuera del mercado ruso. Y el banco Vneshtorgbank sorprendió al consorcio europeo EADS con la rápida compra de un paquete de sus acciones. Son solo unos pocos ejemplos recientes. En fin, actualmente en las relaciones entre Rusia y la Unión Europea los temas de negocios salen al primer plano, están en el centro de la atención del Kremlin. En cierto sentido se puede decir que la política europea de Moscú se convierte en un gran proyecto empresarial y financiero.
Los cuatro espacios comunes: las “hojas de ruta” de las relaciones ruso-europeas
En la agenda actual es prioritario el arranque de las negociaciones puntuales sobre la redacción del tratado básico Rusia – UE que siente la base legal nueva para la cooperación de Moscú con la Unión Europea a cambio del Convenio de las Relaciones de Socios y la Cooperación (CRSC) cuya vigencia original de diez años expira el 1 de diciembre de 2007 (9). Basándose en los términos del CRSC se formó un mecanismo institucional de colaboración entre Rusia y la UE que incluye los siguientes organismos:
- el comité de la cooperación (órgano ejecutivo);
- el comité de la colaboración parlamentaria;
- el consejo permanente de socios (nivel ministros);
- las cumbres Rusia – Unión Europea (se reúnen dos veces por año).
Como se sabe, últimamente aparecieron serias dificultades, lo que puso en peligro el proceso negociador acerca del nuevo convenio entre Rusia y la UE (de eso hablaremos en detalle más tarde). Sin embargo, en la dirección política rusa se considera que a nuestras relaciones no les amenaza el vacío legal porque las partes siempre pueden prolongar el CRSC vigente. En todo caso, antes que nada, el problema es de la propia UE pues los autores de las dificultades mencionadas están, en la opinión de Moscú, entre los países miembros de la Unión Europea.
En el trabajo con la UE el gobierno de V. Putin presta principal atención a la realización de las cuatro “hojas de ruta”, aprobadas en la Cumbre Rusia – UE en Moscú el 10 de mayo de 2005, para la formación de cuatro espacios comunes: 1) el económico, 2) de la libertad, la seguridad y la justicia, 3) de la seguridad exterior y 4) la ciencia, educación y aspectos culturales. Echaremos un vistazo al estado de las cosas en cada uno de esos espacios.
Primero. Se da cuenta que en el área económica y comercial las dos partes están trabajando para formar los vínculos horizontales. Se ha arrancado 12 diálogos sectoriales y se presta especial atención a los problemas energéticos y de transporte.
Las exigencias que la Unión presenta al Kremlin de ratificar el Tratado a la Carta Energética y firmar el Protocolo del Tránsito, cuya redacción actual, según el criterio de la administración de V. Putin, no responde a los intereses de Rusia, siguen siendo un aspecto complicado en nuestras relaciones. El líder ruso lo declaró claramente durante las Cumbres en mayo y noviembre de 2006, así como durante la reunión no formal con los jefes de los 25 países de la UE en Finlandia en el mes de octubre del mismo año. Al mismo tiempo, la parte rusa reafirmó su disposición para elaborar reglas comunes de la cooperación energética sobre la base de los principios contenidos en la Carta Energética.
Segundo. En el marco de la colaboración en los temas de la “hoja de ruta” de la libertad, la seguridad y la justicia se ha hecho un esfuerzo importante para lograr suscribir ciertos acuerdos sobre la simplificación de la expedición de visados. El proceso andaba relativamente lento, pero sigue siendo el objetivo estratégico del Kremlin la introducción del régimen de viajes sin visados de los ciudadanos de Rusia y de la UE. En febrero de 2007 primero la Duma estatal de Rusia y luego el Parlamento Europeo aprobaron el convenio de simplificación del régimen de visados. Gracias a eso, varias categorías de los ciudadanos rusos, incluidos los periodistas, los deportistas, los hombres de negocios, las personalidades oficiales, los parlamentarios, los participantes de los intercambios científicos, culturales y educativos, a partir de 1 de junio de 2007 pueden recibir visados Schengen múltiples hasta el período de cinco años. Los europeos también tienen posibilidad de obtener visas rusas con menor dificultad. Sin duda alguna, es un paso en la dirección correcta.
Además resulta actual el cumplimiento por la Unión Europea de sus compromisos que dimanan de la Declaración Conjunta de la Ampliación de la UE y las Relaciones Rusia – UE aprobada en Luxemburgo el 27 de abril de 2004, en la parte que concierne a la garantía de los derechos de las minorías étnicas en Letonia y Estonia.
Tercero. Conforme a la “hoja de ruta” del espacio común de la seguridad exterior, en todos los niveles ha sido entablado el diálogo constructivo sobre los problemas internacionales y se están efectuando consultas sistemáticas sobre temas, tales como el arreglo en el Cercano Oriente, el programa nuclear iraní y la situación en Irak. Simultáneamente los representantes del Kremlin subrayan un fenómeno de signo negativo. Es decir, contrasta bruscamente con el tono positivo general del diálogo antiterrorista Rusia – UE la persistente presencia y las actividades antirrusas en el territorio de varios Estados miembros de la UE de emisarios de separatistas chechenos que no solo hacen propaganda sino que también recogen recursos para las actividades terroristas contra Rusia y los ciudadanos rusos.
Cuarto. En el marco de creación del espacio común de la ciencia y la educación ha sido creado el mecanismo de la colaboración en materia científica: el Comité Mixto de la Cooperación en la Ciencia y Tecnología. Además funciona el proyecto educativo conjunto sobre la base del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú.
La crisis de la carne polaca
Entre los problemas que perjudican las relaciones entre Rusia y la Unión Europea y hacen todavía más difícil la firma del nuevo convenio figura el contencioso ruso-polaco. La historia empezó en 2005 con la prohibición por parte de Rusia de las importaciones de carne y productos vegetales polacos. La UE ha enviado a sus expertos, que han realizado una serie de pruebas y han llegado a la conclusión de que la decisión rusa “no está justificada y es desproporcionada” (10). Pero, a nuestro modo de ver, la respuesta de Varsovia fue mucho más desproporcionada: el veto de abrir las negociaciones para preparar el convenio Rusia-Unión Europea. En la práctica diplomática el veto polaco ha impedido preparar a tiempo las bases legales y técnicas de un nuevo acuerdo que, según la opinión de varios expertos, debía ser mucho más ambicioso. Resultado: Polonia se quedó con la carne y Europa – sin el nuevo convenio con Rusia.
Según el criterio del Kremlin, el problema con la carne polaca no tiene nada que ver con el comienzo de las negociaciones sobre el nuevo Tratado de la Colaboración Estratégica entre Rusia y la Unión Europea. Tiene que ver con las normas que regulan el comercio de los productos agropecuarios. Moscú insiste en que impuso restricciones basándose en los hechos reconocidos por la propia parte polaca. Aún más, en Polonia se iniciaron muchas causas penales relativas a la falsificación de los certificados veterinarios. Un hecho interesante: en aquel mismo período cuando se produjo la crisis en las relaciones ruso-polacas los Servicios Veterinario y Aduanero de Ucrania registraron las infracciones análogas, tras lo cual se impuso restricciones contra la importación de la carne de Polonia (11). Sin embargo, nadie puso obstáculo alguno para las negociaciones entre Ucrania y la Unión sobre el nuevo convenio.
En Moscú creen que la posición polaca carece de buena voluntad. Aún más, dentro de la Unión Europea la política de Varsovia, según opinión de muchos analistas rusos y extranjeros, es poco constructiva y seriamente dificulta el progreso en el desarrollo de las instituciones comunitarias. Por supuesto, la UE necesita tiempo para asimilar nuevos miembros (Polonia incluida), que no han recorrido todavía el camino necesario tanto desde el punto de vista económico como político. Eso podría ser un problema interno de la Unión pero, como lo demuestra “el conflicto cárnico” ruso-polaco, las acciones desmesuradas de ciertos países recién incorporados en la UE pueden obstaculizar la política exterior comunitaria y dañar las relaciones con Rusia. “Nuestros socios europeos, escribía el ex presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov, deberían sacar conclusiones de un hecho evidente: el modelo de relaciones construido sobre una veloz atracción de nuevos miembros por parte de la Unión y la congelación simultánea de relaciones con Rusia en un limbo indefinido y precario ya no resulta practicable” (12).
El trabajo preparatorio para la cumbre de la Unión Europea y las actividades de este importante encuentro, que tuvo lugar los días 21-22 de junio de 2007, otra vez han demostrado la posición egoísta y contraproducente del gobierno de los gemelos Kaczynski, presidente y primer ministro de Polonia. Es muy significativo que en vísperas de la cumbre Varsovia se quedó sola en su oposición al así llamado sistema de doble mayoría que establecía el texto del tratado de reforma de la UE preparado, en primer término, por Alemania. “Los polacos, escribía El País, se han mostrado dispuestos a “morir” en la cumbre por lograr una modificación acorde a sus intereses” (13)…
Los mecanismos de la cooperación multilateral
La presidencia rusa en el Comité de Ministros del Consejo de Europa (CE) de mayo a noviembre de 2006 reforzó la influencia de Moscú sobre la formación de la agenda paneuropea permitiendo tomar medidas para neutralizar las intenciones de la Unión de abandonar del espacio humano general paneuropeo mediante la institución de la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Humanos Básicos que no esté abarcada por la Convención Europea de los Derechos Humanos.
Desde el punto de vista de la administración de V. Putin, a los intereses de Rusia corresponden, en primer lugar, las siguientes actividades del CE: 1) la colaboración antiterrorista, 2) el diálogo entre las religiones y las culturas, 3) la garantía de la libertad de desplazamiento en el continente europeo mediante la formación del espacio común sin visados y 4) la cooperación en materia social así como en materia de cultura, juventud y deportes.
Más o menos lo mismo, según la opinión del Kremlin, pasa con la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).
Desde hace un rato, en el trabajo de ésta importante organización internacional se notan crecientes contradicciones entre las posiciones de Rusia y de la Unión Europea. Como se sabe, la OSCE se fundó como un foro para un diálogo político equitativo y la toma de decisiones colectivas sobre los temas de la seguridad europea y sus tres dimensiones: la político-militar, la económica y la humanitaria. Durante años la OSCE en mayor o menor medida cumplía con su papel y ocupaba un lugar destacado en el contexto de la política paneuropea. Actualmente, según los líderes rusos, la función en que se basa desde el principio el concepto de la Organización se está atrofiando cada vez más. La razón principal de esta situación consiste, según la versión rusa, en lo siguiente. Varios países occidentales intentan reducir las actividades de la OSCE al papel de un instrumento unilateral para garantizar sus intereses en la política exterior con respecto a otros Estados partícipes de la Organización. Ante todo se trata del impacto sobre los procesos en la Comunidad de los Estados Independientes (CEI), las tentativas de reestructurar la “periferia europea” según los patrones impuestos, la presión sobre los Estados no miembros de la OTAN y la UE con fines de modificar el vector de su orientación política hasta la sustitución de los regímenes gobernantes y la expulsión de Rusia de los formatos de las negociaciones y pacificación de los conflictos pendientes.
Como lo visualizan desde Moscú, Occidente aplica la política de conservar la “friabilidad” institucional de la OSCE heredada de su pasado “conferencional” que se expresa en la “libertad” de la Presidencia Efectiva de la Organización, sus institutos y presencias en el campo, muchas cuestiones de las actividades de los cuales no se someten a examen de los organismos intergubernamentales colectivos (el Consejo Permanente y el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores). Algunos institutos, sobre todo el Buró para los Institutos Democráticos y los Derechos Humanos (BIDDH), pretenden abiertamente obtener cierta autonomía de los Estados partes de la OSCE, pensando mantener la posibilidad para el seguimiento de los procesos, incluidos electorales, en los países situados en el Este de Europa.
Gracias a los esfuerzos de la diplomacia rusa, se lograba mantener en la agenda de la OSCE el tema de la reforma de la Organización y saturar “punteadamente” sus actividades de los temas de la oposición a los nuevos retos y amenazas. Los encargos pertinentes figuraban en las resoluciones del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la OSCE celebrado en Bruselas en diciembre de 2006.
Rusia – OTAN
Tomando en cuenta el hecho de que la gran mayoría de los países miembros de la Unión Europea pertenecen a la OTAN, la dirección rusa en su estrategia hacia la UE no puede pasar por encima de este importante factor.
Tenemos la impresión que en las relaciones con la OTAN Moscú parte de la realidad: la Alianza sigue siendo un factor geopolítico y de fuerza que influye sobre la situación en Europa en general y en materia de seguridad cerca de las fronteras rusas.
Con todas las diferencias en las prioridades tácticas y geopolíticas de Rusia y la OTAN existe un campo de coincidencia de los intereses sustanciales en la reacción a las amenazas y retos en materia de seguridad: el terrorismo, las crisis regionales, las catástrofes naturales y tecnógenas. No es por casualidad que en los documentos de la Alianza se hizo constar reiteradamente: la colaboración Rusia – OTAN es elemento estratégico del refuerzo de la seguridad en el espacio euroatlántico.
La colaboración con la Alianza del Atlántico Norte se estructura a través del mecanismo del Consejo Rusia – OTAN (CRO) instituido de conformidad con la declaración de Roma del 22 de mayo de 2002. Los Estados miembros del Consejo trabajan como socios equitativos sobre la base de los principios del consenso y la observancia incondicional del Derecho Internacional. Desde el punto de vista del Kremlin, las actividades del CRO pasaron a ser un elemento indispensable de la estabilidad en las relaciones de Moscú con la Alianza. Entre otras cosas, se ha logrado un progreso sustancial en el devenir de los dos “pilares” fundamentales del trabajo del CRO: 1) el diálogo político y 2) la cooperación práctica.
En primer caso Rusia plantea ante los socios las cuestiones que se refieren a los planes de la sucesiva ampliación y transformación de la OTAN, la reconfiguración de la presencia militar en Europa y la creación de bases en territorio de los miembros nuevos.
En el segundo – tiene mayor importancia la cooperación entre los militares a fin de aumentar la compatibilidad operativa de las tropas, incluso para garantizar la interacción de los contingentes pacificadores. Para este momento existe una sola plataforma (operación “Esfuerzos Activos” en el mar Mediterráneo) en que Rusia y la OTAN participen en operaciones conjuntas. Al mismo tiempo, se trabaja para crear potenciales comunes que pueden llevar a resultados positivos. Entre otros proyectos prioritarios figuran:
- la cooperación en materia de control de la circulación aérea;
- la formación del potencial de reacción a los atentados terroristas y otras situaciones de emergencia;
- el establecimiento de los vínculos técnico-militares;
- la formación del personal para las estructuras antidrogas de Afganistán y los países de Asia Central.
Lo que si puede agravar las relaciones entre Rusia y la Alianza son los planes de ampliar aún más la OTAN (incluso admitir aceleradamente a Georgia y Ucrania) y aproximar la infraestructura militar de la Organización a las fronteras rusas, por ejemplo, ubicar las bases en Rumania y Bulgaria. Otro elemento negativo – la no-ratificación del Convenio de la Adaptación del Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa.
Moscú está profundamente interesada en la transformación de la OTAN de un bloque militar en una organización más moderna que se dedique a las amenazas reales (y no inventadas) a la seguridad y contribuiría en la escala mayor a la consolidación de la estabilidad europea e internacional.
Las relaciones de Moscú con los estados rectores de Europa
Para la estructuración de la arquitectura europea que corresponda a los intereses rusos (según la opinión de la administración de V. Putin) son importantes las relaciones de Moscú con los estados rectores del continente europeo: Alemania, Francia, España e Italia. Por ejemplo, hablando de las relaciones ruso-españolas S. Lavrov subrayó: “Consideramos que nuestro diálogo con España es uno de los elementos más importantes de los esfuerzos para formar la colaboración estratégica entre Rusia y la Unión Europea. Hemos acordado trabajar juntos para fomentar esta colaboración” (14).
Colaborando con estos Estados rectores, dicen en los corredores del poder en Moscú, se forman los pilares de la vida europea sobre la base equitativa. El Kremlin, por lo visto, seguirá dando pasos de iniciativa para incrementar la colaboración efectiva con países clave. Puede ser que en el futuro será aún más necesario el mecanismo del diálogo político y la “geometría cambiable” de distintos formatos de relaciones de Rusia con los Estados rectores de Europa. Una de las formas puede ser la especie del eje de Moscú con otras capitales europeas interesadas, más que nada, en armar unas relaciones especiales con la Federación de Rusia.
Un socio importante si bien algo complicado de Rusia sigue siendo Gran Bretaña. El recurso principal del desarrollo sucesivo de los vínculos ruso-británicos consiste en la cooperación económica, comercial y de inversiones, como también la experiencia conjunta en materia del antiterror, que esta, no obstante, limitada por la conocida postura de Londres con respecto al problema de los llamados “emigrados políticos nuevos”. A pesar de la envergadura de la cooperación económica, las relaciones bilaterales ruso-británicas y la colaboración entre dos países en la palestra internacional son retenidas por una serie de conflictos y contradicciones de índole política. Uno de los últimos ejemplos – toda la historia terrible alrededor del asesinato en Londres del ex agente de servicio secreto ruso Alexander Litvinenko. En este caso no se puede decir con exactitud donde termina la criminalidad y empieza la política.
Misiles y antimisiles: los enfoques distintos
Otro foco de tensión internacional en Europa apareció recientemente gracias a la decisión de Washington de emplazar elementos de su defensa antimisiles (DAM) en Polonia y República Checa. Lo que preocupa más que nada es la ausencia de una posición consolidada y realista de la mayoría de los países europeos en cuanto a lo que que se refiere a los planes estadounidenses. “Un sistema de defensa antimisiles en Europa, escribe el ex ministro de relaciones exteriores de Alemania Joschka Fischer, es una cuestión europea. Por más importante que pueda ser la OTAN, sería una admisión dramática de su propia impotencia e insignificancia que la UE se mantuviera en silencio acerca de esta cuestión crucial para el futuro de Europa” (15).
Los planes estadounidenses se han hecho punto de partida en el despliegue de la discusión argumentada sobre la esencia del problema que tiene importancia para el continente entero. Se trata de si necesita o no Europa una defensa antimisiles en general. En Moscú dicen que ello se refiere a todos y consideran los debates iniciados de suma importancia pues se trata de que la presencia militar en el territorio europeo adquiera un componente estratégico por primera vez después del fin de la “guerra fría”. No es una cuestión huera y de hecho concierne a todos los países de Europa. Rusia está dispuesta a participar en estas discusiones en todos los niveles y en cualquier formato. ¿Qué es la postura rusa con respecto a esta sensible cuestión?
Primero. El Kremlin no acepta que el Continente sea utilizado como un territorio estratégico de alguien. “El tiempo, decía S. Lavrov en una entrevista al periódico “The Financial Times”, cuando eran posibles tales alianzas geopolíticas, ya ha pasado. Toda la realización de proyectos unilaterales en el terreno de la DAM en territorio de Europa cambiaría sustancialmente el paisaje geoestratégico europeo” (16). Se puede agregar que también sería una afrenta para europeos puesto que menospreciaría el significado de las estructuras paneuropeas y multilaterales en el continente, la Unión Europea inclusive. Moscú se pronuncia por el enfoque integral de la solución de los problemas de la seguridad en Europa y en la Región Euroatlántica en general e insiste en resolverlos en el formato triple: entre Rusia, la Unión Europea y los Estados Unidos.
Segundo. Los representantes de la administración de V. Putin subrayan que Rusia en lo que se refiere la DAM tiene sus intereses legítimos y comprensibles. La parte rusa ya más de una vez ha argumentado la creciente preocupación por el emplazamiento de las bases de la DAM estadounidense en Europa. Ante todo, erosiona lo que suele llamar estabilidad estratégica y cuyas ventajas se valen prácticamente todos los Estados del mundo. Puede resultar afectado el régimen de “retenciones y contrapesos” en la política global entera. Más que nada a Moscú preocupa lo siguiente: una vez instaladas las bases de la DAM, con el progreso tecnológico aparecerán los antimisiles de nueva generación y misiles interceptores hipersónicos que derribarán el balance actual de las fuerzas militares en el Continente europeo. Por ejemplo, el carácter de los pozos que se usan para los misiles interceptores copia peligrosamente las instalaciones para el lanzamiento de los misiles balísticos intercontinentales. ¿Que será, entonces, dentro de unos 10 años?
Tercero. En el Kremlin dicen que la discusión sobre la DAM en Europa es un testimonio importante de la actual etapa del desarrollo de la política europea. Nada puede sustituir la cooperación en un área de la seguridad tan sensible que requiere un nivel alto de la confianza mutua en la superación de la herencia del pasado en la vida política europea y establecimiento real de la unidad del Continente. Rusia está dispuesta a considerar ampliamente la situación que se está formando pero no puede abarcar este tema de un modo aislado ya que las bases en Europa serán parte del sistema global de la DAM cuyos elementos tienden a desplazarse hacia las fronteras rusas por todo su perímetro.
Para bajar el grado de la tensión en las relaciones con los EEUU. y despejar el camino hacia la solución de los problemas de la no-proliferación de los misiles V. Putin en principios de junio de 2007 propuso el uso conjunto ruso-norteamericano de la Estación de Radiolocalización de Gabalinsk (Azerbaidzhan). Como asegura la dirección política rusa, esta Estación es un elemento eficaz del sistema de previsión temprana y puede solucionar las cuestiones de la posible futura amenaza militar de parte de Irán y otro país asiático. “No sólo ofrecemos una empresa bilateral entre los EEUU. y Rusia, – decía S. Lavrov. – Ofrecemos analizar colectivamente, con la participación de todos los países interesados, sobre todo los europeos, las amenazas de misiles que pueden existir hasta el ano 2020 y elaborar, sobre esta base, medidas concretas para prevenir tales amenazas. Se trata de un trabajo colectivo, en espíritu de la seguridad colectiva. En el mundo actual no puede haber otra seguridad” (17).
El nuevo convenio Rusia – la Unión Europea:
un nudo de problemas
Los numerosos contactos y las consultas que tenían lugar entre los representantes de la Federación de Rusia y la Unión Europea mostraron con toda claridad los distintos enfoques en lo que se refiere a la forma y el contenido del nuevo documento que va a regular las relaciones entre las dos partes.
Rusia propone: a) firmar un Tratado que, desde el punto de vista del Kremlin, jurídicamente es un documento más importante en comparación con un Convenio; b) elaborar un documento marco relativamente corto, de 10-15 páginas (el actual Convenio es de más de 100 páginas), y después ir agregando, según las necesidades prácticas, anexos sectoriales y puntuales; c) subrayar el carácter estratégico de la cooperación entre Rusia y la UE, destacar el fin de desarrollar las relaciones económico-comerciales privilegiadas, con la perspectiva de formar una zona de libre comercio, declarar la primacía de los valores democráticos. Como dijo V. Putin, “El Tratado debe ser un instrumento que puede asegurar un nivel más alto de la integración económica, una cooperación en afianzamiento de la libertad y seguridad en el continente europeo” (18).
La Unión Europea, por su parte, a) insiste en firmar un Convenio, diciendo que, según la práctica de la UE, los tratados se firmen solo entre los países miembros de la Unión; b) prefiere en este documento abarcar la cantidad máxima de los problemas de las relaciones Rusia – UE y, en la medida de lo posible, “atar” unas cuestiones con las otras; c) quiere incluir en el texto básico del documento las demandas principales dirigidas a Rusia (entre otras: defensa de los derechos humanos, respeto a la libertad de la prensa, desarrollo de las instituciones de la sociedad civil, etc.).
El análisis detallado de los problemas actuales y las posiciones de las respectivas partes permite hacer varias observaciones.
Las observaciones generales:
- 1) Ninguna de las dos partes hasta hoy día está políticamente lista para las negociaciones puntuales y serias.
- 2) No existe una visión clara y compartida en lo que se refiere al estado actual y al futuro de las relaciones entre Rusia y la UE.
- 3) Ni la Unión, ni Rusia no tienen la idea de qué lugar ocupa cada una de las partes en el sistema de coordenadas de la otra. Es decir, existe un vacío de ideas innovadoras que se nota tanto en Bruselas como en Moscú.
¿Por qué y cómo llegamos a una situación tan complicada? Por lo visto, hay varias razones tanto de la parte europea como de la rusa.
La situación en Europa y la posición de la UE.
- La Unión Europea después de las últimas ampliaciones, del fracaso de la Constitución Europea, de los cambios políticos recientes en varios países clave está, según la impresión que sacó el Kremlin, demasiado ocupada con los problemas internos y no tiene muchas ganas de “quebrarse la cabeza” en el futuro de las relaciones con Rusia. Por eso la suerte del documento técnicamente está en las manos de “euroburócratas” – la Comisión Europea.
- La Comisión, en su turno, tiene una especie de un “programa máximo” que, según la información disponible, contiene los siguientes puntos principales: a) asegurar para los miembros de la UE el acceso a las reservas de hidrocarburos y a la infraestructura de su transportación en el territorio ruso; b) abrir el mercado ruso para las mercaderías y servicios de las empresas europeas; c) convencer al Kremlin a ratificar el Tratado a la Carta Energética y firmar el Protocolo del Tránsito, cuya redacción actual, según el criterio de la administración de V. Putin, no responde a los intereses económicos de Rusia; d) armonizar las leyes y reglas de Rusia con las de la Unión Europea; e) someter la situación interna rusa (institutos de democracia, derechos humanos, etc.) al monitoreo de las instituciones de la UE y obligar a Moscú a seguir las recomendaciones políticas de Bruselas.
La situación en Rusia y la posición del Kremlin.
De un lado, los políticos y analistas rusos hace tiempo se ocupan del tema del futuro de las relaciones con la UE. De otro lado, no había y no hay ninguna discusión amplia en la sociedad rusa en torno de las perspectivas de las relaciones Rusia – Unión Europea. Por eso no se conoce con exactitud lo que espera la gente rusa de esas relaciones. Resultado: en Rusia (igual que en la UE) no existe un concepto político-filosófico claro e inteligible de cómo construir el futuro de la cooperación con la Unión Europea.
En ausencia de una estrategia a largo plazo adecuadamente articulada, el Kremlin se propone unas tareas bien pragmáticas: a) seguir con la política de simplificar el régimen de visados para los ciudadanos rusos que quieren viajar a los países de la UE; b) asegurar unas posibilidades más amplias para los rusos a trabajar y estudiar en Europa; c) promover la expansión en la economía europea de las empresas rusas facilitando su transformación en verdaderas corporaciones transnacionales; d) hacer bajar la voz crítica de los europeos (en primer término acerca del así llamado “déficit de la democracia” en Rusia) hasta el susurro.
Las áreas de las discrepancias y contradicciones.
Se da cuenta que en los enfoques ruso y europeo, en lo que se refiere al futuro de sus relaciones, existen varias zonas de carácter problemático. ¿Cuáles son?
- A) En el área económico-comercial cada parte busca defender y promover los intereses de sus respectivas corporaciones que es absolutamente normal y natural. Pero simultáneamente, se nota, que hasta ahora no hay suficiente confianza mutua. Moscú no piensa permitir una participación seria de los europeos en la explotación y la transportación de hidrocarburos en el territorio ruso. Bruselas a duras penas acepta el traspaso de importantes activos europeos bajo el control de las empresas rusas. Sigue siendo paralizada la ratificación del Tratado a la Carta Energética por el parlamento ruso.
- B) En el área de la política internacional las contradicciones son múltiples, pero, en general, todas tienen dos principales razones: 1) la falta de una política comunitaria exterior y de defensa homogénea y bien articulada; 2) la transformación intensiva del curso del Kremlin en los asuntos tanto globales como europeos.
- C) En lo que se refiere a la política interna, en la base de todo tipo de mal entendimientos y dificultades están dos grupos de factores: 1) las diferencias históricas y profundamente arraigadas acerca de los valores básicos sociales y humanitarios (lo que para los europeos es impensable, para los rusos puede ser normal); 2) asimetría en los niveles del desarrollo socio-económico y político-institucional. Es decir, la FR y la UE pasan por distintas etapas de su evolución y a menudo resuelven problemas de diferente índole. Por eso a veces a unos les cuesta entender las preocupaciones de los otros.
Conclusiones y observaciones finales
Es cierto que las relaciones ruso-europeas transitan por un período complicado. Hay problemas y dificultades por todos lados. Al respecto, alegaré otra vez la opinión del ex ministro J. Fischer. “La política de Europa hacia Rusia está en peor estado aún, escribió el estadista. Por cierto, cada vez se asemeja más a una granja de pollos después de la irrupción de un zorro. Y ahora, con el anuncio de Estados Unidos de que construirá el sistema de defensa antimisiles sobre una base bilateral con Polonia y República Checa, también hay un halcón sobrevolando en círculos. La confusión y el pánico se están propagando en Europa” (19).
Mientras tanto, Moscú, según la opinión de muchos políticos europeos, apuesta al juego del “divide y reinarás” al explotar la dependencia de Europa de los suministros de petróleo y gas rusos. Al mismo tiempo cuando la política comunitaria de la Unión Europea hacia Rusia estaba bloqueada por la intransigencia del gobierno polaco, Rusia firmaba más convenios bilaterales con estados miembros de la UE, por ejemplo, con Grecia y Bulgaria. Este hecho fue interpretado por algunos estadistas de Occidente como una prueba de la debilidad estratégica de la UE y de la división de Europa frente al Kremlin.
Es verdad que toda una serie de malentendidos, conflictos y contradicciones en las relaciones ruso-europeas genera una tensión y alimenta una desconfianza mutua. Pero la naturaleza de la tensión de hoy día entre Unión Europea y Rusia tiene sus grandes particularidades en comparación con la época soviética. Lo que pasa ahora en nuestras relaciones no tiene nada que ver con la “Guerra Fría” por una simple razón: en la actual política exterior rusa no hay nada de ideología. Todo es puro pragmatismo, un gran proyecto de negocios de escala global. Acumulando un importante poderío financiero Moscú, en la práctica, trata de agregar a la cooperación con la UE una buena dosis de competencia que, según el mismo V. Putin, es el otro lado de la misma moneda “y una parte integrante del proceso de la globalización” (20). Al parecer, los gobernantes de Rusia contemporánea se sienten bastante fuertes para un rol protagónico en los asuntos económico-comerciales y políticos europeos y globales.
A nuestro modo de ver, el Kremlin en su estrategia hacia la Unión Europea busca centrarse en los fines de la regulación integral y a largo plazo y quiere asegurar una combinación de los valores comunes y los intereses recíprocos y la estructuración de una Europa sin líneas divisorias políticas económicas y empresariales.
Tomando como ejemplo la decisión de emplazar elementos de la defensa antimisil nacional de los EE.UU. en Europa, se da cuenta que se toman sin Rusia las decisiones que determinarán muchas cosas para los rusos y las futuras generaciones de los europeos. La dirección rusa considera que “justamente ahora conviene y es necesario hablar de este temario” (21).
A los líderes del Kremlin les importa defender el rumbo hacia aumentar la independencia del Consejo de Europa y su papel en los proyectos europeos más importantes (garantía de la libertad de desplazamiento, creación del espacio legal paneuropeo, protección de los derechos humanos en el contexto de las nuevas amenazas y la protección social y cultural del individuo).
En lo que se refiere a la OSCE, la política rusa se orienta a la promoción de una reforma institucional de la Organización. Esta reforma debe implicar el paso de sus labores a una base normativa sólida que puede garantizar la supremacía de las prerrogativas de los organismos intergubernamentales colectivos que toman decisiones por consenso, como también la rectificación de las deformaciones en las actividades de la Organización. Al mismo tiempo es necesario, según la opinión de Moscú, trasladar del acento a la solución de los problemas relacionados con nuevos desafíos y amenazas que importan a todos o, por lo menos, a la mayoría de los Estados partícipes.
Un punto de irritación para el Kremlin es la actividad de seguimiento del BIDDH. En los ojos de los líderes rusos el Buró tiene la reputación de un instrumento que aplica los “dobles estándares” con fines de ejercer una presión política. Si los esfuerzos de diplomacia rusa relativos a la reforma del BIDDH resultan improductivos, se cuestionará la cooperación sucesiva con esta estructura.
En las relaciones con OTAN vale la pena aumentar la compatibilidad operativa sobre la base de la elaboración del mecanismo de la colaboración equitativa, perfeccionar el sistema de organización de ejercicios conjuntos, lo cual les permitiría a las Fuerzas Armadas rusas participar más en las operaciones militares internacionales en el exterior. Por ejemplo, correspondería a los intereses estratégicos de Rusia y de OTAN el establecimiento de la cooperación multifacética en Afganistán, sobre todo a fin de contrarrestar la amenaza narcoterrorista que parte de su territorio y, en general, estabilizar la situación en este país. En el plano concreto se podría tratar de la cobertura conjunta de la frontera tadzhiko-afgana: con las fuerzas de Tadzhikistán y Rusia “desde fuera” y con las fuerzas de la OTAN y otros participantes de las Fuerzas Multinacionales de la Seguridad “desde adentro”.
Suma importancia tienen las relaciones de Rusia con Estados rectores de Europa. La estructura de esas relaciones se apoya en el sistema ramificado de instrumentos permanentes, el más ponderable de los cuales son las consultas interestatales al nivel superior, como modelos para formar los vínculos sistemáticos con los socios grandes de Moscú en el continente europeo. Y por último. Tomando en cuenta los nuevos factores se puede constatar que las relaciones Rusia – la Unión Europea entran en su nueva etapa de desarrollo de vínculos más complicados pero igual de gran importancia mutua. El nuevo documento que hay que preparar y firmar tendrá que partir de esas (y otras) nuevas realidades.
NOTAS1. François Heisbourg. L´avis de l´expert. Russie – Europe: ce n´est pas une Guerre froide mais un grand déballage. – Le Temps. Genève, 31.05.2007.
2. President Rossii. Vistupleniye i diskusiya na Munchenskoy konferentsii po voprosam politiki bezopasnosti. –
http://www.kremlin.ru/text/appears/2007/02/118109.shtml3. Entrevista concedida por el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, y publicada en el diario “Rossiyskaya gazeta” el 21 y el 28 de febrero de 2007. – http:www.mid.ru/brp_4.nsf/
4. Como escribió un periodista español Andrés Ortega, en Munich “Putin se presentó con su habitual cinismo y estilo directo, y lleno de energía, incluida la del petróleo y gas rusos que le han devuelto a Rusia una parte del peso que tenia”. – El País. Madrid, 11.02.2007.
5. Intervención del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en la Asamblea del Consejo para la Política Exterior y de Defensa. – http:www.mid.ru/brp_4.nsf/
6. Augusto Zamora R. La confluencia de intereses entre Rusia y Europa. – El Mundo. Madrid, 30.09.2006.
7. Como escribían los expertos españoles de Bufete Soler-Padró, “las mastodónicas empresas rusas reclaman espacio vital e influencia en los mercados europeos”. –
http://www.cincodias.com/06.11.20068. Bernardo de Miguel. El desembarco europeo de la industria rusa. –
http://www.cincodias.com/06.11.20069. El convenio fue firmado el 24 de junio de 1994 en la isla griega de Korfu y entró en vigor el 1 de diciembre de 1997. Sobre su futuro hay tres opciones: a) prolongación del Convenio actual, b) su modernización, c) preparación del documento nuevo. Las Partes hasta ahora prefieren la tercera opción, es decir, preparar y firmar un nuevo documento básico de las relaciones Rusia – UE.
10. Andreu Missé. La UE intenta evitar que los conflictos con Rusia arruinen la próxima cumbre. – El País, 10.05.2007.
11. Entrevista concedida por el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, y publicada en el diario “Rossiyskaya gazeta” el 21 y el 28 de febrero de 2007. – http:www.mid.ru/brp_4.nsf/
12. Mijaíl Gorbachov. La Unión Europea no puede rechazar a Rusia. – Clarín. Buenos Aires, 19.06.2006.
13. La República Checa no vetara el sistema de voto del tratado constitucional europeo. – El País, 20.06.2007.
14. Comunicado de prensa sobre la visita del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, a España. – http:www.mid.ru/brp_4.nsf/
15. Joschka Fischer. Los misiles y el petróleo dividen a Europa otra vez. – Clarín, 15.04.2007.
16. The Financial Times. London, 11.04.2007.
17. Versión taquigráfica de la intervención del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, sobre los problemas de la DAM durante el encuentro con los medios de comunicación, Moscú, 9 de junio de 2007. – http:www.mid.ru/brp_4.nsf/
18. Vladímir Putin. Polveka evropeiskoy integratsii i Rossia. –
http://kremlin.ru/text/appears/2007/03/120754.shtml 19. Joschka Fischer. Op. Cit.
20. Vladímir Putin. Polveka evropeiskoy integratsii i Rossia. –
http://kremlin.ru/text/appears/2007/03/120754.shtml21. Artículo del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, titulado “Antimisiles estadounidenses en Europa: mitos y realidad” y publicado en el diario alemán “Handelsblatt” el 28 de marzo de 2007. –
http://www.mid.ru/brp_4.nsf/